cada mes un nuevo encuentro con amigos, una nueva historia, un nuevo bodegón... seguinos en @tourdebodegones
viernes, 23 de diciembre de 2011
Fin de año 2011: Don Carlos, La Boca.
jueves, 1 de diciembre de 2011
Top 3 por Ambiente
Top 3 por Cocina
Parada Noviembre: Albamonte, Corrientes 6735, Chacarita
Un nuevo mes nos convoca, un nuevo bodegón, una nueva comida con amigos. La número 24, coincidió con el día 24 de Noviembre, y nuestro selector del mes nos invitó a Albamonte, en el barrio de Chacarita.
Chacarita es tal vez el barrio con la historia más particular. Su génesis no se basa en un plan de desarrollo urbano, tampoco del capricho de artistas o empresarios de la moda, sino que surge gracias a la aparición de una epidemia. Así es, una epidemia de cólera.
Pero empecemos por el principio. Chacarita es el diminutivo de Chacara o Chacra, que en quechua significa granja, quinta o fundo. Cuando Juan de Garay repartió las tierras (ya lo he comentado en varias crónicas previas) ésta fracción le fue entregada a Juan Fernández de Zárate, que las pasó a Gonzalo de Carabajal. Luego las recibió María Carabajal en dote por su matrimonio con Cristóbal Calvo, quién finalmente las vendió a los sacerdotes jesuitas del Colegio San Ignacio, ubicado en el centro de la ciudad. El predio se transformó en el lugar de veraneo de los alumnos internos, y por ello empezó a ser denominado comúnmente como la Chacarita de los Colegiales. Los jesuitas fueron expulsados en 1767, y el colegio se convirtió en el Real Colegio de San Carlos, hoy Nacional de Buenos Aires. Pero en 1867, la cólera se cobró la vida de 1633 personas, por lo que hubo que improvisar un nuevo cementerio en el actual solar de la plaza, ya que La Recoleta resultaba completamente insuficiente. Finalmente, y para fines del siglo XIX se trasladaron los restos humanos hacia el lugar que ocupa en la actualidad el cementerio más grande de Sudamérica, y donde se encuentra sepultado, entre tantos otros, el gran Carlos Gardel.
Albamonte es fundado en el año 1945, y su actual dueño, Antonio, un italiano que llegó a nuestro país a sus 15 años, sigue atendiendo personalmente este restaurante junto a su mujer María Inés y su hijo Sergio como hace 53 años.
Por algunas bajas, la mesa era de cinco. El restaurante, a priori, tenía buenas referencias, así que nos sentamos con gusto a disfrutar de una nueva sesión gastronómica porteña.
La entrada fue variada. Tortilla de papa española, bastante seca debido a la tardanza de algunos comensales. Una bandeja de interesante tamaño con mezcladas porciones de rabas y pulpito, que no eran las mejores, se dejaron saborear. Una provoleta un tanto fría. No podemos quejarnos, por lo menos había pasado ya media hora desde el horario de la cita y nuestro selector del mes ya tenía todo prolijamente ordenado.
Para el plato principal ya no había excusas, estábamos todos sentados y con el apetito abierto dispuesto a juzgar lo mejor que este bodegón tuviera para ofrecernos. Pero verán que, tal vez, y este es un juicio personal, el selector no tuvo la habilidad para elegir los mejores platos, intentó ser creativo y dejar contento el gusto de sus invitados, en vez de dejarse convencer por el mozo y pedir lo que el cocinero sabe hacer mejor. Y en la variedad de los platos se encuentra la evidencia. Primera llegó una milanesa napolitana con fritas que nos forzó como mínimo una sonrisa. Muy buena. Después aterrizó a la mesa una trucha a la plancha con una papa hervida. Espinosa y sin demasiado sabor, dejó mucho que desear, ni hablar de la papa hervida, que aun no comprendo a quién se le pasa por la cabeza ofrecerla así, sin más condimento ni aderezo ni nada, incluso sin sal. Pero bueno, sigamos. Una cazuela de mariscos que lo único que tenía era mariscos. Para aquellos amantes de los frutos de mar, probablemente fuera el paraíso, aunque (y me confieso simpatizante), no mostraban una buena imagen. Tal vez un arroz mejoraría el plato, pero nuestro querido selector intentó sorprendernos pidiéndolo sin acompañamiento, pero no lo logró. Ante esta reacción adversa, quiso corregir yendo a lo básico y ordenó una grande de muzzarella. Estaba buena, es verdad, pero no era de las mejores, y este restorán se jacta de su buena masa. Finalmente, como un manotazo de ahogado, pidió una molleja con papas fritas. La porción era grande y estaba bien de sabor, pero cortada al medio, le faltaba tal vez un instante de parrilla más a uno de sus lados, lo que causó un poco de impresión en algunos finos comensales (es cierto, no hay cosa más desagradable que la molleja cruda).
Se había comido bien. Un plato cada uno, y las porciones eran para compartir. Pero a pesar del poco espacio abdominal, pedimos algunos postres. El flan mixto muy bueno. La torta de manzana, regular. El bombón escocés estuvo bueno y un poco de frío vino bien para alivianar la carga.
Por el calor que suele sufrir nuestra ciudad para esta época del año, optamos por tomar un par de cervezas, aunque un Lopez Malbec también se dejó probar.
La atención fue muy buena, salvo cuando el hombre se negó a sacarnos una mesa para poder compartir mejor la charla, aludiendo que no tenía dónde ponerla, detalle que explica bien la votación del comensal relegado al extremo. No se le puede reclamar, además, no habernos recomendado los mejores platos por lo que expliqué anteriormente. La decoración no deja lugar a dudas: califica perfectamente como bodegón (para que observen y aprendan los que aún no comprendieron el concepto).
Llegó el momento de pedir la cuenta, y aquí fue donde nos llevamos la mayor decepción de la noche, porque fueron $ 155 por persona, propina incluída. Comimos bastante, es cierto. Entrada compartida, plato principal, postre y un par de cervezas entre cinco, un solo vino, que todos sabemos, encarece mucho el presupuesto. Nos pareció excesivo. Tal vez si hubiéramos pedido los platos clásicos del lugar el monto hubiera bajado, pero bueno, ya tendremos oportunidad de volver a probarlo.
Esto es todo. Si se quedaron con ganas, pido disculpas pero no quiero resultar pesado. Mi conclusión es que Albamonte es un buen bodegón, recomendable para ciertas comidas clásicas.
Hasta el próximo mes, cuando nos encontraremos en una nueva parada.
Mientras tanto disfruten y salud para todos.
El puntaje:
Comida: 2.50
Ambiente: 3.50
Atención: 2.00
Precio/Calidad: 2.00